El Muro de MotorTime | La tragedia que envolvió a Ferrari

Luigi Musso en el Ferrari (Fuente | Ferrari)

La década de los 50 estuvo marcada por el éxito para la escudería italiana más mítica de todos los tiempos, Ferrari, pero también por unos años negros.

Corría el año 1956. Los pilotos que competían en aquel entonces para Ferrari eran Juan Manuel Fangio, Eugenio Castelotti, Luigi Musso, Alfonso de Portago y Peter Collins. Este último ganó en Fórmula 1 y en otras categorías y era considerada una estrella del automovilismo. A finales de ese año, Collins había vencido en los Grandes Premios de Bélgica y Francia y tenía la posibilidad de convertirse en el primer piloto británico de la historia en ganar un mundial.

El monoplaza de Fangio sufrió una avería y no podía ser reparado. Musso pasó por la calle de boxes y le pidieron que dejara subir a su compañero. En aquel momento, estaba permitido que dos pilotos compitiesen con el mismo coche y los puntos se repartían. Musso se negó pero la situación no terminó ahí. Collins entró a boxes para realizar la que iba a ser su última parada y, sin dudarlo, se bajó del coche para que Fangio pudiese ganar el campeonato. “Soy joven. Ya tendré otra oportunidad”, dijo el británico a la prensa cuando le preguntaron al respecto.

Esta generación de pilotos de Ferrari estaba marcada por un gran talento en todos ellos. Sin embargo, muy pronto empezó a desquebrajarse. Tras ganar el campeonato y debido a su mala relación con Enzo Ferrari, Fangio abandonó la escudería y puso rumbo a Maserati.

Peter Collins en el GP de Bélgica en 1956 (Fuente | Ferrari)

1957 se presentaba como un año trágico para el equipo del caballino. En el mes de marzo, Eugenio Castelotti fue llamado por Ferrari para realizar unas pruebas en el circuito de Módena. En aquel momento, Maserati también utilizaba ese trazada para test y la vuelta rápida estaba en sus manos, cosa que a Enzo Ferrari no le gustaba.

Estaba convencido de que Castelotti podría arrebatársela con el nuevo monoplaza. El piloto italiano no quería realizar esas pruebas pero recibió la orden de Ferrari. Al llegar a una zona de frenado, o bien se le atascó el acelerador o no le funcionó el freno. El monoplaza salió volando y tras dar varias vueltas de campana impactó contra las gradas. El piloto italiano perdió a vida en el acto. Cuando a Enzo Ferrari le llamaron para comunicarle la noticia, lo primero que preguntó fue cómo estaba el monoplaza. Esta no fue la única tragedia que vivió la escudería italiana ese año. En Italia se celebraba la carrera Mille Miglia por carreteras.

A pesar de la negativa del piloto, Enzo Ferrari insistió para que Alfonso de Portago disputara la prueba. La parte de atrás de la carrocería del coche se dobló y quedó rozando el neumático. De Portago se negó a repararlo y continuó la carrera. Estaba muy cerca de cruzar la línea de meta cuando de pronto una de sus ruedas reventó. El piloto se salió de pista y tuvo un accidente en el que no solo él falleció, sino también su copiloto y 9 espectadores, de los cuales 5 eran niños. Desde ese momento, nunca volvió a disputarse esta prueba.

El año 1958 volvió a cobrarse más vidas en Ferrari. Luigi Musso comenzó un negocio de importación de automóviles americanos. Tenía deudas de juego y problemas económicos. Llegó el Gran Premio de Francia y quien lo ganara recibiría una gran suma de dinero. Musso sentía una tremenda presión por conseguirlo. Iba al límite desde el principio de la carrera hasta que en la séptima vuelta perdió el control y murió por un golpe en la cabeza tras un grave accidente.

La desolación volvería poco después a la escudería italiana. Peter Collins, decidido a retirarse a finales de año, llegó al Gran Premio de Alemania, que se celebraba en el emblemático trazado de Nurburgring. Collins y Hawthorn tuvieron problemas mecánicos que les impedían luchar por la victoria con Tony Brooks.

Para compensar la falta de ritmo, se obligaron a ser más agresivos. Collins derrapó en la hierba y la parte trasera de su coche se levantó. Tras sufrir el grave accidente, fue trasladado al hospital pero no se puedo hacer nada por su vida. Éste fue un golpe muy duro para Hawthorn, que era gran amigo del británico además de compañero de equipo.

Enzo Ferrari estaba decidido a abandonar la competición después de todas las tragedias vividas pero Hawthorn insistió en competir hasta final de temporada. “Otra maldita carrera que no tendré que hacer nunca más”, pronunciaba el británico tras cada Gran Premio finalizado. En el Gran Premio de Marruecos, Hawthorn se proclamó campeón del mundo y se convirtió en el primer británico en lograrlo. Sin embargo, esa felicidad de vio empañada no solo por la muerte reciente de Collins sino por el accidente de Stuart Lewis Evans, que falleció días después por las graves lesiones.

Peter Collins en su última victoria en el año 1958 (Fuente | Ferrari)

Ya en 1959, Hawthorn se había retirado. Iba por la carretera camino a una comida cuando sufrió un accidente de tráfico que acabó con su vida. El piloto tenía una enfermedad congénita en los riñones desde hacía años y no le quedaba mucho tiempo de vida. Siempre ocultó su condición para no perder la licencia y poder seguir compitiendo.

Enzo Ferrari siempre les repetía una frase a sus pilotos: “Ganes o mueras, serás inmortal”. Ésta es un fiel reflejo de lo que ocurrió a finales de la década de los 50. Entre 1950 y 1960, 39 pilotos perdieron la vida en el automovilismo.

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