Tras su grave accidente, Romain Grosjean sigue dando detalles de lo que vivió dentro de su monoplaza. Asegura que por un momento su cuerpo se “relajó aceptando su destino”, justo antes de pensar en sus hijos y conseguir salir del coche. En cuanto a sus lesiones, espera estar en Abu Dabi para celebrar su salida de Haas.
Como bien se ha comentado, el piloto de Haas quiere estar en Abu Dabi para disputar su última carrera en Fórmula 1, al menos de momento, tras conocerse su salida del equipo estadounidense. Pero matiza, tiene claro que no tomará riesgos innecesarios: “Si mi mano izquierda n funciona la semana que viene y hace todo lo que debería, no tomaré ningún riesgo. Ahora mismo está muy hinchada y puede haber algún golpe en el ligamento del pulgar, está ligeramente torcido”.
El lado izquierdo del cuerpo de Grosjean es el que más notó el golpe, su tobillo izquierdo está tocado, ya que tiró de él para poder salir del monoplaza, aunque esa no es la preocupación del francés: “No estoy preocupado por mi pierna, la semana que viene estará bien. Mi mano es la duda realmente, tengo algo de dolor”.
Un relato estremecedor
En una entrevista con Canal + Francia, Grosjean ha dado más detalles de los segundos que estuvo dentro del coche averiguando como podía salir del mismo: “Recuerdo el golpe y, a pesar de las cifras impactantes, 53G, a mí no me pareció tan violento. Recuerdo desabrocharme el cinturón, intentar salir del coche y no poder porque estaba atascado. Pensé que tal vez podía estar bocabajo y que ya vendrían a por mí sin problema, así que me volví a sentar”, comenzó diciendo.
En ese momento estaba calmado, pero al ver que el fuego le rodeara, le entraron los nervios: “Esperé un poco, miré a mi derecha y vi un color naranja muy fuerte, pero al principio no entendí lo que pasaba. Luego me di cuenta de que era fuego, intenté salir por la derecha pero no pude; intenté salir por la izquierda y tampoco, así que me volví a sentar”.
Incluso le dio tiempo a pensar que su vida se acababa en ese momento: “Pensé en Niki Lauda, juré que yo no iba a terminar así, era imposible, mi última carrera no puede ser así. Me volví a sentar, vi la muerte y pensé que eso era todo, que iba a morir. Mi cuerpo se relajó en ese momento, aceptó su destino, me preguntaba por qué lado me empezaría a quemar, si sería doloroso”.
Sus hijos fueron su salvavidas, le dieron fuerza para salir del VF20: “Tuve un pensamiento sobre mis hijos y tiré lo máximo que pude de mi pie izquierdo y por eso mi bota se cayó y conseguí liberarme. Giré la cabeza y puse las manos en el fuego, miré mis guantes, que son rojos, y se estaban poniendo negros por el fuego. Sentí el dolor en mis manos, logré sacar la cabeza y luego el torso. Una vez saqué el cuerpo, sabía que iba a vivir; sí, mis manos se quemaron, pero ya estaba fuera”.
Grosjean en todo momento quería hacerse ver en televisión, para que los suyos y aficionados se quedaran tranquilos: “Llegué al coche médico y el doctor me dijo ‘la ambulancia está aquí, te vamos a poner en la camilla’. Yo le dije que quería ir andando para que el helicóptero mostrara esas imágenes y que todo el mundo supiera que estaba bien. Claro que tenía heridas, pero podía andar, podía controlarlo”.
Una vez que llegó al centro médico del circuito, su intención fue llamar a su mujer: “Vi a Jean Todt y me preguntó el número de teléfono de mi mujer. Insistió hasta que le oí ‘Marion, soy Jean Todt, estoy con Romain’ y me puso en altavoz. Le dije ‘soy yo, estoy aquí’. Escuché a Marion reírse y llorar a la vez, oí a mi padre y a mis hijos de fondo. Sabían que estaba aquí, consciente y vivo”. Acababa de salvar su vida por los pelos, pero ya estaba pensando en su vuelta: “La dije, lo siento, pero necesito ir a Abu Dabi, saber si puedo estar en el coche, ver si puedo hacerlo”, decía para terminar.
