El Gran Premio de Mónaco celebra su 70º edición esta temporada. Pirelli, como es habitual, lleva su gama más blanda al Principado, donde los pilotos se encontrarán una superficie especialmente lisa debido al uso diario de los coches de carretera.
En el circuito callejero de Mónaco, los neumáticos se someten a las fuerzas más baja de la temporada, ya que la velocidad media durante los 3.337 kilómetros es muy lenta, ya que algunas curvas se toman a menos de 50 kilómetros por hora. Los coches solo van al máximo en el 30% de la vuelta. Como por ejemplo, en la recta principal, subiendo al Casino y en el túnel.
Otro de los factores a tener en cuenta en este trazado es el graining, que será superior en los primeros días, aunque para la carrera podría desaparecer, a no ser que llueva. No hay apenas degradación, por lo que una parada es la tónica de esta carrera, ya que los neumáticos apenas sufren estrés. Para el fin de semana, Pirelli marca una presión mínima de 20.0 psi en las ruedas delanteras y 19.0 psi en las traseras.
Como bien saben, Mónaco es un circuito donde el margen de error es inexistente. Los pilotos, según van cogiendo confianza, van acercándose más a los muros para así tener el mejor tiempo en clasificación, la sesión más importante del fin de semana. Pirelli recalca que en esta pista son habituales los coches de seguridad.
El porcentaje está en 77%, aunque la temporada pasada no hubo neutralizaciones y eso que la lluvia hizo acto de presencia en la parte final. Los italianos marcan una opción estratégica y es hacer una parada, además de alargarla todo lo posible por si sale un coche de seguridad, que reduce el tiempo en el Pit-Lane.
