Si pensamos en un gran piloto de Formula 1, quizá nos venga a la cabeza la imagen de Fernando Alonso. Si reflexionamos y analizamos las grandes gestas de las 500 Millas de Indianápolis, lo más probable es que recordemos la actuación de Fernando Alonso en 2017. Y si nos preguntan por un piloto consagrado en el WEC y gran triunfador en la prueba de las 24h de Le Mans, lo más factible es que recurramos al piloto asturiano como primera opción.
Pocos pilotos en la historia reciente han tenido una actividad tan notable en tantas categorías al mismo tiempo. Estados Unidos siempre ha sido un mundo aparte para los pilotos de Fórmula 1, y el WEC era una competición solo reservada para valientes o para pilotos al borde del retiro. Tan solo Hülkenberg se atrevió con Le Mans en 2015, y Alexander Rossi se marchó a la IndyCar tras un subcampeonato en GP2 en 2015.
Otros casos como Sebastien Bourdais y Juan Pablo Montoya, quienes triunfaron en América, vinieron a la Fórmula 1 y volvieron años más tarde a Estados Unidos. También Takuma Sato, quien se fue a la IndyCar apadrinado por Honda, o un Kimi Räikkönen que probó la NASCAR en 2011.
Pero ninguno ha sido capaz de destacar en las tres categorías a la vez. Fernando Alonso ha destacado en el WEC por su gran capacidad de adaptación y por su actuación estelar en la noche de Le Mans, en Indianápolis fue el piloto con mejor ritmo medio hasta su retirada a pocas vueltas del final. Pero el asturiano también ha destacado en F1 llevando coches pobres de ritmo a posiciones increíbles. Ha rescatado a McLaren de hundirse en la clasificación de constructores y ha derrotado con solvencia a sus compañeros de equipo. Especialmente a Stoffel Vandoorne este último año.
Quizás este sorprendente rendimiento del asturiano se haya visto acentuado por su aprendizaje en la resistencia y en la IndyCar, como él mismo declaraba en una entrevista hace pocos días. El asturiano reconoció que su experiencia en otras categorías le ayudó a derrotar a su compañero en todas las clasificaciones de la temporada, estableciendo así una marca de 26 GPs seguidos derrotándole (contando los últimos de 2017).
Alonso afirma que las nuevas categorías le han hecho llegar a «límites que no había alcanzado en toda su carrera». Además, dice que se siente competitivo y rápido, además de un piloto más completo». Su experiencia le ayuda a «entender mejor el comportamiento de los coches y otras técnicas de conducción». Relata que todo esto le aporta «nuevas opiniones a la hora de correr dentro de un Fórmula 1, aunque estas no sean del todo adecuadas para el tipo de vehículo».
Puede que estemos ante el mejor piloto de carreras de coches del mundo. Además, el asturiano ha construido un puente entre Europa y América que ha ayudado en gran medida a que fichajes como el de Ericcsson y Rosenqvist por equipos de IndyCar sean una realidad. Un gran piloto, pero también un gran referente a nivel global del automovilismo.
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