Se dice que el Dakar elige al ganador, pero en muchas ocasiones es hasta injusto. Laia Sanz ha sufrido todo tipo de problemas en su Astara, llegando a meta casi cinco horas después que la cabeza después de estar cerca del TOP10.
La catalana comenzó realmente bien la segunda especial, colocándose en la octava posición pese haber sufrido un pinchazo. Más adelante, su coche comenzó a fallar hasta que se paró por completo. “Nos ha pasado de todo. Llegamos a ir octavos… El coche tenía problemas ya desde el kilómetro 130”, decía la piloto para Mundo Deportivo.
“No sé el motivo, pero cortaba el gas. Pensábamos que era el cut off, hemos quitado el sensor del cambio, pero continuaba dando problemas. Por suerte, no estaba siendo muy crítico tampoco, porque podíamos haber llegado sin perder mucho tiempo, quizás 15, 20 minutos o media hora”, continuaba Sanz sobre ese problema.
La mejor posición de Laia fue ese octava plaza que ilusionó a muchos. En ese momento ya se sudaba la gota gorda junto a Gerini. “Cuando iba octava creo que era en el kilómetro 230 y eso que el coche ya hacía 100 kilómetros que estaba fallando. Lo que pasa es que teníamos suerte de que era en tramos lentos y fallaba justo ahí. Creo que debía ser algún cable debido a las vibraciones”.
“Porque cuando corría y había más arena, cuanto más lento era el terreno y más roto estaba, ahí fallaba. Pero por suerte eran tramos lentos y después cuando era rápido y había arena, el coche corría”, explicaba.
También se quedaron sin luces en un cruce, yendo a 60 kilómetros por hora sufrieron dos pinchazos al toparse con dos piedras. Mientras se reparaba el vehículo han tenido que hacer una hoguera para calentarse. La pareja recordó que estuvieron a punto de caer cinco metros en una zona escondido de rocas. Solo queda mirar hacia delante y afrontar la tercera etapa como si nada hubiera pasado.
