El piloto de Honda ha conseguido su segundo Dakar. En 2020 firmó el primero y por aquel entonces fue el primer estadounidense en conseguirlo.
El Touareg de Ricky Brabec ha sido muy estratégico. Empezó con calma, no estaba haciendo mucho ruido, pero en la segunda semana pisó el acelerador consiguiendo victorias de etapa y aprovechando las bonificaciones. Al llegar a meta celebró su triunfo con Ross Branch y Adrien van Beveren, segundo y tercer clasificado, respectivamente, y comentó que su victoria fue “fantástica”.
“Es una sensación fantástica, ha sido un largo camino. Hice mi trabajo, estoy contento con cómo fue, fue muy bien. El equipo trabajó muy bien, lo hemos hecho todos juntos a lo largo de los años, y ahora otra vez”, explicó el estadounidense en declaraciones que recoge Motorsportoc.om. “El futuro está por delante de nosotros y espero que volvamos y consigamos otra victoria”.
Brabec no sabía responder aún sobre como lo iba a celebrar, quizás “un poco de champán, pero no sé qué haré cuando llegue a casa, tal vez me vaya en moto. No descanso. Pregúntales a mis amigos: estoy loco, soy un tipo diferente”, continuó el piloto de Honda. Comenta que los dos grandes problemas que ha tenido han sido por su culpa.
“No sé hasta qué punto el Dakar fue perfecto para nosotros. Mi moto nunca tocó el suelo, tuve problemas con los frenos dos veces atrás, pero fue culpa mía. Creo que le di mucho trabajo a mis mecánicos, pero estoy muy contento, nada podría haber ido mejor”, explicaba Brabec sobre estos quince días de carrera.
Brabec quiso valorar el trabajo de Honda, que se presentó a esta edición con una nueva moto y nadie ha conseguido estas cerca. “El desarrollo fue increíble, muy laborioso durante un año, y no es fácil hacerlo rendir inmediatamente. Una moto nueva. Creo que el rendimiento de la moto lo demuestra, todos los pilotos están contentos y es muy positivo que Honda esté satisfecho con nuestro trabajo”.
