El 1 de mayo de 1994 acababa el fin de semana más trágico de la historia de la Fórmula 1. Ayrton Senna impactaba contra el muro exterior de la Variante Tamburello, desintegrando por completo su monoplaza. Desde el circuito ya se temía lo peor: la vida del tricampeón del mundo estaba en peligro. Horas después se confirmaba la terrible noticia.
Pero el fatídico accidente de Senna no fue el único suceso trágico que vivimos durante aquel Gran Premio. El fin de semana comenzaba mal tras el fortísimo accidente de Rubens Barrichello en la Variante Bassa. ‘Rubinho’ se tragó la lengua en el impacto de 90G que sufrió y estuvo “muerto” durante seis minutos, según dijo el doctor Sid Watkins. Tras el accidente, se le evacuó al Ospedale Maggiore de Bologna. Al día siguiente, Barrichello ya estaba de vuelta en el circuito, pero como espectador.
Si el viernes ya fue gris, el sábado se tornaba completamente negro. Durante la clasificación, Roland Ratzenberger tuvo un accidente horrible en la llegada a Tosa, donde falleció al instante. Ratzenberger perdió el control de su Simtek debido a unos daños que sufrió en el alerón delantero tras una salida de pista justo una vuelta antes, y en el mismo sitio donde perdió la vida.
A pesar de que la muerte era algo que comúnmente acechaba cada fin de semana en aquella época, el fallecimiento de Ratzenberger era el primer accidente mortal de la Fórmula 1 desde el Gran Premio de Canadá de 1982, con la muerte de Ricardo Paletti. Muchos culparon a la FIA, ya que era el primer año tras la prohibición de las ayudas de conducción.
La Fórmula 1 había avanzado mucho tanto en términos de seguridad como en prestaciones. Los coches eran más rápidos que nunca, y cada vez los elementos de seguridad eran más eficaces, pero lo sucedido aquel triste fin de semana de mayo fue un antes y un después en la categoría.
El después del Gran Premio de San Marino
Los tres accidentes que tuvimos aquel fin de semana en Imola tienen un punto en común: todos fueron a alta velocidad. La primera solución por la que se optó fue por crear chicanes artificiales en los puntos de alta velocidad como medida cautelar. En el caso del Autódromo Enzo e Dino Ferrari se modificó la Variante Tamburello y la Variante Villeneuve, con dos chicanes rápidas, pero con una deceleración considerable a la versión anterior.
La Federación Internacional de Automovilismo reunió a un grupo de expertos tras ambos accidentes. No solo aplicaron mejoras en cuanto a la seguridad de los monoplazas y al equipamiento de los pilotos, sino que además interfirió en los circuitos, haciéndolos más seguros, con unos estándares de seguridad más estrictos y la llegada de nuevas las barreras de contención.
Otra medida clave fue la severa estrictez en los test de impacto a los que se someten los monoplazas antes de ser homologados por la FIA. Se reforzó el cockpit y se rediseñó el casco, adoptando como material predilecto la fibra de carbono y el kevlar. El propio Max Mosley reconoció en una entrevista en 2009 que el hecho de que fuese Senna aceleró el proceso de manera considerable. “Era el número uno de los pilotos, todos lo apreciaban. Si no hubiera sido Ayrton, sin duda hubiéramos seguido de la misma manera y hubiera habido alguna muerte más“, confesó.
Solo muere quien es olvidado
Cuando sacaron a Senna de su Williams, los presentes encontraron una bandera de Austria en el bolsillo de su mono. El astro brasileño sabía que era uno de los favoritos para ganar la carrera y llevaba consigo una bandera austriaca para homenajear a Ratzenberger. Por desgracia, Senna jamás pudo brindarle ese homenaje. Quien si lo pudo hacer 25 años después fue el Circuit de Barcelona-Catalunya. Se colocó una placa en honor a ambos explicando esta historia, y también se mostraron banderas austriaca-brasileñas durante el Gran Premio de España de 2019.
Han pasado 30 años desde aquel amargo 1 de mayo de 1994, y aún así, la gente recuerda a Ayrton Senna y a Roland Ratzenberguer. Senna ha inspirado a miles de personas, adultos, jóvenes e incluso niños. El fallecimiento del brasileño no hizo que su historia fuese olvidada, sino que perdurase por toda la eternidad.
En el trazado donde falleció, justo en la zona de Tamburello que da al Parco del’Acqua Minerale, se construyó una estatua en bronce para perpetuar su recuerdo. Desde su inauguración en 1997, se ha vuelto un lugar de culto y peregrinación para todo amante del motorsport, donde los aficionados dejan al piloto brasileño ofrendas y mensajes.
En honor a Roland Ratzenberger se le puso su nombre a la sección del graderío de la curva Tosa, lugar donde tuvo el accidente. Al austriaco siempre se le ha conocido como “el gran olvidado”, ya que cuando se habla del triste fin de semana de mayo de 1994 solo se menciona a Senna.
La ciudad de Imola respira pasión por el mundo del motor, y es algo que percibes cuando caminas hacia el circuito. Con motivo del 30 aniversario de sus fallecimientos, se ha organizado una exposición fotográfica a Ayrton Senna. También podemos encontrar homenajes por su calles, como iluminaciones con el diseño de sus cascos o pequeños jardines dedicados a ambos. Tras 30 años, no nos olvidamos ni de Ayrton ni de Roland. Para quien escribe estas líneas, este es su pequeño homenaje hacia dos grandes pilotos y su manera de hacer que el recuerdo siga siendo inmortal. Addio campione.
